Entre gritos y susurros, se escuchaba cerca.
Entre luz y sombras, se veía una silueta.
Entre lo que creía y lo que era, se notaba la malicia.
Entre la cima y la sima, se media la valentía.
Entre el roce de una mano y los dedos entrelazados, se sentía la cobardía.
Entre lo que escuchaba y lo que veía, sabía que llegaría.
Entre lo medido y lo sentido, sabía que perdería.
Sabía que llegaría y que perdería. La malicia lo consumiría.
Entre lo que sabía y lo que creía había espacio para la duda,
Y esa duda sería lo que diría qué ocurriría.
Entre estar listo y prepararse, no hay tiempo para ayuda.
Entre ganar y ceder, hay un momento de duda.
Y esa duda sería lo que se convertiría en poesía.
Y esa poesía sería lo que la malicia temía.
Temía porque ya no sería lo que esperaba,
porque no había diferencia entre la cima y la sima,
o entre el roce de una mano y los dedos entrelazados,
porque al final no había cobardía, tampoco valentía.
Entre la prosa y la lírica hay una metáfora de diferencia,
Y la malicia no sabia que podía perder su supremacía.
La malicia temía porque no sabía si se acercaba o era quien esperaba.
La malicia tenía duda y esa duda es lo que hay entre ganar y ceder.
Entre la respuesta y la pregunta, hay interpretación debatible.
¿Llegaría y perdería o, simplemente, re-interpretaría?
Entre la prosa y la lírica hay una metáfora de diferencia.
¿Es entonces malicia la que consumiría?
La malicia consume sólo si la dejas. Bacán leerte por acá de nuevo, hermano. Es una buena terapia para ordenar las ideas y tomar decisiones que de otra forma sería mucho más difícil.
ResponderEliminarNo todo es blanco o negro; observa los matices y encontrarás lo que buscas. Un abrazo bro.